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Vivimos un cambio de época cuya velocidad, amplitud y profundidad no dejan indiferente ningún área del saber ni de la acción humana. En este contexto, el liderazgo en las democracias modernas se enfrenta a grandes desafíos que requieren repensar alianzas estratégicas, modelos productivos, proyectos de innovación y en el camino la atención a desequilibrios sociales y medioambientales, entre otros.
La acción política y el juego democrático son uno de los factores a considerar para conjugar oportunidades, atender transiciones y dar posibilidades a una idea de progreso al servicio de una sociedad que reconoce y pone en valor a cada una de las personas que la constituyen.
La crisis que enfrentan las democracias contemporáneas trasciende fronteras y se alimenta de factores internos y externos a cada régimen democrático. En este contexto, la desorientación estratégica en el ejercicio del liderazgo, el sentimiento de vulnerabilidad y fragilidad que imprime la supervivencia y la propia seguridad generan una atmósfera de disponibilidad que encuentra en la forma y el estilo populista una respuesta a los conflictos contemporáneos.
En muchos casos la deriva populista se presenta como “la” forma de regeneración democrática. Frente a ello, existe cierto consenso en reconocer al populismo como una tipología de democracia o, en su defecto, como un elemento espectral de la misma cuya gradualidad articula la escenificación de las imperfecciones irresueltas de la representación.
Esto no quiere decir que el populismo reniegue abiertamente de la democracia: acepta y exige el funcionamiento democrático, pero dentro de su propia lógica política. En este marco, la polarización y comportamiento hegemónico circunscriben el péndulo político a una alternativa de suma cero donde a la erosión mutua de adversarios abre paso a las posibilidades de la regresión constitucional. Ahora bien, fijar el debate exclusivamente en el carácter iliberal de su forma de acción política identificándolo con una patología del sistema también presenta limitaciones o en todo caso una deuda normativa.
La lógica populista parece representar la máxima respuesta a un tiempo de cambios cuyo efecto sobre la política democrática no se detienen y se reproduce independientemente de los colores políticos. Parece que hemos llegado al triunfo de la sinónima entre política y populismo tal como planteaba algunos autores de referencia.
Es llamativo que en la mayor parte de los debates sobre este tema al llegar a los momentos destinados al planteamiento de alternativas el eje de análisis radica en la agencia individual. Aparecen de esta forma conceptos como “contención individual”, “tolerancia” y “responsabilidad”.
A raíz de ello, la complejidad del fenómeno y de los desafíos del entorno convocan al planteamiento de diferentes interrogantes
- ¿Estamos ante una lógica irreversible? ¿Esta es la única forma de hacer política?
- ¿Es posible atender a los desafíos propios de un cambio de época a partir de los presupuestos propios del populismo? ¿Qué respuesta aporta el populismo a los conflictos contemporáneos? ¿Cuál es el corazón de la pretensión democrática del populismo?
- La fragilidad de las democracias liberales ¿es el punto final? ¿es un modelo sin repuesta?
- ¿Quiénes y cómo operan los agentes que presentan alternativas?
- Como es posible describir los escenarios, éxitos, fracasos y perspectivas (prospectiva)
Frente a ello, la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo (Chile) y la Facultad de Empresa, Derecho y Gobierno de la Universidad Francisco de Vitoria (España) se proponen atender a esta nueva complejidad desde diferentes áreas del saber. Se convoca a investigadores que se pregunten por esta realidad que les interpela desde una perspectiva interdisciplinar abriendo espacios trabajo, debate y actualización sobre las consecuencias y oportunidades normativas, los diferentes escenarios (políticos, sociales, económicos, institucionales), los éxitos y los fracasos de la cuarta ola del populismo como una forma de acción política dentro de las democracias contemporáneas.
El objetivo del congreso es poner en valor todas aquellas investigaciones, proyectos y presentaciones (finalizadas o en proceso) que definan presupuestos normativos, perspectivas analíticas innovadoras, enfoques interdisciplinares y resultados que generen conocimiento nuevo y resulten transformadores para el ejercicio y práctica de los valores democráticos desde el respeto a la dignidad y la libertad de la persona y la contribución al bien común.